viernes, 14 de febrero de 2014


TRIQUIÑUELAS NAVIDEÑAS



Tengo en mi mano el retrato de mi padre, todo un ejemplar de papá; hoy lo recuerdo como si fuera ayer, aquel 25 de diciembre, tipo 8 AM. Nosotros jugábamos alegre en el patio de la casa, de amplio corredor y con un bonito jardín, bien cuidado por las maravillosas manos de mi madre. A mí, que era el mayor de los tres hermanos, no se me escapaba nada de la conversación sostenida por papá con mi mamá. Él le decía: míralos tan alegres, se merecen el regalo que les dimos en esta navidad; salieron bien en el colegio y últimamente se han portado bien y son muy trabajadores, mira como nos ayudan en la tienda. Lo que no entiendo es que fue lo que paso ahí: recuerdas cuando estábamos haciendo las compras de los regalos de navidad, ese carrito de madera con carrocerías de estacas, pintado de azul, yo lo compre para Antonio, junto con el suéter azul y el yoyo de coca cola de color rojo y blanco y fíjate ahora resulta que en la bolsa de manigueta donde puse los regalos de JoséWilliam apareció el carrito de madera de color azul y en cambio en la bolsa de Antonio, aprecio la camioneta de madera color amarillo que compre para José William. Lastima, que no los revise bien antes de ponérselos anoche al lado de la almohada, pero de lo que si estoy seguro, es de haberlos metido cada uno en sus respectivos sitios y recuerdo muy bien cuando marque el papelito con el nombre de cada uno de ellos y también de haberme dado cuenta cual era el regalo de cada uno. ¿No serías tu mujer, que revisándolos los cambiaste sin darte cuenta? ¡Cómo se te ocurre eso!, no ves que tu tenias esos paquetes guardados en tu escaparate con llave, además apenas llegamos anteayer de compras tu los guardaste con llave, para que ellos no se dieran cuenta de los regalos que les habíamos comprado y que ellos piensan que les trajo el niño Dios.
Yo que disimuladamente había oído esta conversación, sentía que el alma se me arrugaba por dentro, el corazón se me agito aceleradamente y me llene de tristeza, sabia que había engañado a mi padre y a mi madre y también que el próximo 28 de diciembre me tocaba hacer la primera comunión y que antes tenia que confesarme con el padre Puentes y contarles los pecados cometidos. De ahí en adelante esa mañana del 25 de diciembre, para mi fue de tristeza, ya no me sentía a gusto jugando con mi hermano José William y mi hermana Elisa; solo pensaba que había cometido un grave pecado y que no seria capaz de confesarme ante el padre Puentes, sino le comentaba esta grave falta cometida, sabia a lo que me exponía conocía el rígido carácter de mi padre y el castigo al que me podía someter. A mis escasos doce años, ya yo sabía que quien ponía los regalos de navidad, no era el Niño Dios, sino que eran los papas que los compraban y no los ponían al lado de la almohada diciéndonos que eran los regalos del Nino Dios. La cosa la descubrí por accidente hacia dos años; mi mamá y mi papá nos habían mandado a dormir a las siete de la noche, diciéndonos que nos acostáramos temprano porque hoy ponía el Niño Dios. Efectivamente nos fuimos acostar, mientras mi padre se quedaba en la puerta de la casa en compañía de unos amigos tomando unos tragos de ron.
Era la época en que no existía la luz eléctrica y nos alumbrábamos con mechones y con la claridad de la amplia luna navideña. Yo no tenia sueño, pero por obedecer a mi padre y mi madre me metí bajo el toldo que cubría la cama y que me resguardaba de los mosquitos. Mi hermano José William y mi hermana Elisa se durmieron inmediatamente. Desde allí oía la conversación de mi padre con sus amigos de parranda, las canciones vallenatas de vaquerías y también oí cuando mi madre le dijo a mi papá: son las 12 de la noche, vamos a ponerle los regalos a los niños… Espérame un momento y me doy cuenta si están dormidos.Oí a mi madre entrar al cuarto e inmediatamente me hice el rendido. Efectivamente, mi padre entro con los tres paquetes y puso uno al lado de la cama de cada uno de nosotros. Esa fue la noche más tormentosa que pase en mi vida, quería darme cuenta cual era mi regalo, pero no me atrevía. Y así paso la noche y a eso de las 5 de la mañana nos levantamos y supimos lo que nos había regalado el Niño Dios
Al año siguiente sucedió lo mismo, me di cuenta cuando mi padre y mi madre nos pusieron los regalos del Niño Dios, pero tampoco me atreví a abrirlos, solo que en esa ocasión desperté a mis hermanos como a las tres de la madrugada y nos dimos cuenta cual eran los regalos que nos había puesto el niño Dios. Mi madre se levanto por la algarabía de nosotros y ya desde esa hora no dormimos más y nos dedicamos a jugar y ayudar a mi mamá a moler el maíz para hacer pasteles de navidad. Pero este 24 de diciembre si fue la tapa, tan pronto como mi papá y mi mamá nos puso los paquete con los regalos de navidad, espere como diez minutos y me levante sigiloso y mire que había en cada una de las bolsas de maniguetas. A mi hermana Elisa le pusieron una muñeca de trapo, dos mudas de ropa y unos zapatos y a nosotros la camioneta, el carro de color azul y con carrocería de estacas, los dos suéteres y los yoyos de coca cola. En mi bolsa había una camioneta de color amarillo y en la bolsa de mi hermano un carro estilo Ford 600 con carrocería de madera de color azul, me quede mirándolos y sin pensarlo dos veces hice el cambio: metí en la bolsa de mi hermano la camioneta de color amarillo y el carro de estacas de color azul lo metí en mi bolsa y me acosté tranquilamente.
Fue tan tremendo el susto que recibí, que esa tarde me enferme con diarrea y vómitos y me dio fiebre, mi mamá, me dio unos bebedizos de yerbabuena con tilo y me puso cataplasma de hojas de plátano verde en la barriga. Al día siguiente me levante pálido y ojeroso y no le pare bolas a los juguetes que me puso el niño Dios, ya no quería ese camión azul 600 con carrocería de madera, En la tarde me llevaron a la iglesia del pueblo, iba a confesarme para mi primera comunión, y ahí fue cuando ardióTroya. Le conté al padre Puentes lo que había hecho y el saliendo del confesionario me dijo: arrodíllate ahí y reza 120 Padrenuestros y espérame que yo te acompaño a tu casa. Efectivamente hicimos el recorrido de la iglesia a la casa completamente en silencio y tan pronto llegamos, el padre Puentes se encerró en el cuarto con mi papá y mi mamá, yo en la sala temblaba y sudaba copiosamente, duraron como media hora encerrado hablando y cuando salieron me llamaron al corredor de la casa y me preguntaron: ¿ya sus hermanos saben que tu cambiaste los regalos y que no es el Niño Dios quien trae los regalos sino el papá y la mamá? Les conteste que no, que nadie lo sabia, entonces el padre Puentes me dijo lo que has hecho es un pecado gravísimo y has ofendido a Dios y a la virgen santísima, ya no puedes hacer la primera comunión este año y tienes que prometer bajo juramento al divino niño que jamás en tu vida dirás lo que sabes y lo que has hecho y además por un año todas las noches antes de acostarte debes rezar 20 Padrenuestros y 15 Ave Marías. Todo esto lo hice y lo cumplí al pie de la letra y juro que hasta hoy nunca antes había revelado esta historia.
Por su parte mi padre no me dio la tan sonada cueriza esperada, solo me dijo: ahora vallase y arrodíllese en su cuarto y póngase a estudiar. Mi madre fue más comprensiva y me mimaba y me decía que lo que había hecho era muy mal y que tenia que pedirle perdón a Dios. Los años pasaron, las navidades siguieron llegando y a mi hermano José William y a mi hermana Elisa, siempre les ponían sus regalos en las bolsas de maniguetas, pero a mí desde esa fecha jamás me volvió a poner el niño Dios. Mi padre les contaba a mis hermanos que ya yo era un hombrecito y que el niño Dios solo trae regalos hasta los doce años. Al paso de los tiempos comprendí porque me suspendieron la tan sonada cueriza. El padre Puentes aconsejo a mi madre y a mi padre que no hicieran esto, con el fin de evitar el escandalo y para que los demás niños del barrio y de la casa no se enteraran la causa de la sonada paliza y de esa forma se evitaría que se perdiera la inocencia del espíritu navideño de esa época.
Autor: Antonio Hernández Gutiérrez
Fecha: Diciembre 27 de 2013
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