lunes, 17 de noviembre de 2014



LA PAZ EN PLENILUNIO
La luna está en plenilunio, su claridad es inmensa, abarca todo el contorno nocturnal y el río serpentea caudaloso entre peñas y pendientes; sus aguas espumosas forman a veces remolinos y un ruido ensordedor es el rugir del choque de las piedras que arrastra en su interior, una lluvia pertinaz lo está mojando y las hojas de las ceibas, del cañahuate y del caracolí, no alcanzar a construir ese paragua que evite que le caiga el inmenso chaparrón.  Allá en lo alto del cielo inmenso, las estrellas se adormecen titilando cual luciérnagas y por fugaces instantes apagan sus linternas, sumiendo en fugaz oscuridad las negras y preñadas nubes, que titilando de miedo se orinan a placer sin poder contener el torrencial aguacero.  La luna ahora ha sido cubierta por las inmensas nubes negras y su claridad plenilunar no alcanza atravesar aquel grueso y oscuro manto de nubes, que como por arte de magia en un fugaz instante se han apoderado del entorno y del paisaje natural. El mirlo en un ciruelo se ha ocultado, y pensativo y silencioso ha dejado de cantarle a su novia que es la noche;  Un halito de frio letal recorre aquel ambiente y un profundo y espeso silencio se apodera del lugar.  La luna ahora sí, ha dejado de brillar, el toldo negro de las espesas nubes, son las dueñas y señoras del espacio y a carcajadas retozándoos entre sí, continúan orinando a borbotones alimentando cual diluvio universal, el desbastador vendaval.  El río tiene miedo y corre a prisa, las gruesas gotas aguijonean sus lomos y él inquieto se desliza como queriendo llegar muy rápido a su destino.  Los habitantes nocturnales, agazapados en sus cuevas, madrigueras y en las copas de los árboles, no atinan a mover ni una pestaña, ellos conocen este ambiente, han sido testigos de una noche parecida a esta y saben por instinto que el mal se cierne en la comarca.

El silencio es infinito, largo y profundo, pero un silbido zigzaguea en el ambiente, imitando el deslizar de las patas de un zancudo en una hoja de papel; es tenue, leve, pero inquietante, da la apariencia que por instantes se multiplicara por mil y retumbara en el oído como un tambor africano.  Todos están a la expectativa, el tigre y el turpial, el mirlo y la serpiente, el búho y el cardenal y los peces que no duermen en el río y que llenos de miedo también titiritan del frio.  Las negras nubes en el cielo han sentido aquel temor y abrazadas entre sí, ahora orinan despacito amilanando el temporal.  El río corre de prisa, soberbio, imponente, caudaloso, rugiendo en su interior y dispuesto a enfrentarse a lo que sea.  El silbido ya es visible en los oídos y por instantes se agiganta y la luna que percibe aquel misterio, le implora de rodillas al manto negro de las nubes, que abran sus ventanas y le dejen lanzar a plenitud toda la luz de su fulgor, para aclarar aquel misterio natural.  Las nubes le obedecen y abren sus puertas de par en par y la luna en plenilunio vuelve alumbrar aquel paisaje natural.  A la distancia se observa la inmensa cadena montañosa y sus picos cubiertos de nieve. La luna los alumbra a plenitud, su fulgor es inmenso, pero es opacado por el azulado brillo que desciende vertiginoso, acompañado de aquel tenue silbido que por momento quiere romper los oídos.  El disco incandescente desciende a velocidades increíbles, pareciera que fuera a estrellarse con los picos montañosos, pero pasa raudo para detenerse como por arte de magia en la copa de las altas ceibas y caracolíes.  La inmensa claridad de la luna en plenilunio ya no llega a la comarca, se ha detenido a mitad del espacio, como cuajada y sostenida por el haz de luz del azulado brillo que cubre este espacio en su totalidad.  El río se ve plateado, las hojas de los árboles se han vuelto transparentes y las gotas que caen del fuerte chaparrón, parecen lágrimas de cristales que se posan en el río. El ciruelo se ve hermoso y cual árbol navideño, invita al mirlo a cantarle a la pradera.  Los animales salen de sus cuevas, de sus madrigueras, las aves vuelan en las copas de los árboles y el miedo ha desaparecido en su totalidad de ellos.  Aquel tenue silbido igual tampoco existe y ahora a cambio de aquel silbido, se escucha la música celestial de la canción del amor. Y como un misterio celestial, los animales, los árboles, el río y las montañas hablan y todos cantan armoniosos, llenos de inmensa felicidad: “Que si existe la verdad. Que pronto vendrá la paz, que la luz vino del cielo y que allá por Ganimedes, se está firmando la paz”.

Autor: Antonio Hernández Gutiérrez
Fecha: 17 de Noviembre de 2014
Derechos Reservados © Copyright
País Colombia

sábado, 8 de noviembre de 2014

TENGO MIEDO
Tengo miedo, miedo intenso ¡yo tengo miedo!
La sombra de la noche.. aparecen en mis días
Como aquel lienzo. que aquí cubren mi espejo
Que refleja esta penumbra [..] que se extiende
Y la envuelve en la nada, de la oscuridad total
Ya soy un duende, que muriendo, nada siente
Estrella fugaz, agujero negro, nave sin retorno
Que gira, gira y gira […] buscando esa verdad
Oculta en un lucero.. Mostrándose en el fondo
Nubes negras, elípticas, Formando tempestad
Y viento huracanado, que la tempestad alegra
Tormenta promisoria y [...] malvada terquedad
Cerebro entumecido, ciego, no ve la nebulosa
Voy viajando sin retorno, en mi nave del olvido
No encuentra su destino. él mira las mil cosas
Estrellas, lunas y planetas. Que están girando
Cual baile de doncellas, viajando en el cometa
Que corre al infinito, y sin saber hasta cuando
Miedo intenso, ciego, y Sin lazarillo conductor
Igual que un corazón… sin alma y sin amigos
No ve el peligro. Meteoritos, llevando su dolor
Manto negro de la noche oscura, [Que cubre]
Y envuelve al pelegrino ¡Inocente en el amor!
Que viaja hacia el abismo y La Sima del dolor
Un volcán en erupción y tormenta borrascosa
Y este cruel nubarrón, que llegara a empapar
El alma, y sentimiento […] El cielo y nebulosa
La nave del amor, perdida, no lleva conductor
Las estrellas se alejan y las lunas escondidas
Y solo veo meteoritos. Haciendo su explosión
La esfera que es mi nave, ella se resquebraja
Mil meteoros la atacan, y aquí solo Dios sabe
Que el pecado que tengo ¡el salió de la nada!
Que venga la tormenta y el cielo se me cierre
Si digo que te quiero.. Tendré la muerte lenta
En un agujero negro, tú dirás que me quieres
Autor: Antonio Hernández Gutiérrez
Fecha: 07 de Noviembre de 2014
Derechos Reservados © Copyright
País Colombia

martes, 4 de noviembre de 2014


PERDIDO ENTRE DOS MUNDOS
Perdido entre dos mundos.. Divaga mi pensar
Igual que el ancho mar, y el espacio profundo
Yo navego entre la nada, y no puedo aterrizar
La mente me traiciona, viviendo en el pasado
No vislumbro el presente. [Ni un futuro lejano]
El espacio es extenso, y no voy a ningún lado

Aquí por Ganimedes. Quizás tenga respuesta
Donde viven los entes... Esos que tú prefieres
O tal vez en la tierra... La gente si es perfecta
Hoy miro con mi lente, y: un cristal de primera
Observo el infinito... [De este espacio bendito]
Y hoy sigo confundido. y es mi verdad sincera

Así viajo en esta esfera.. En la nave del olvido
A tientas por el mundo. Sin pan, y sin un traje
Mendigo de la vida.. y por ti: yo estoy perdido
Mi ruta es tan incierta. Sin amor, y sin amigos
Solitario del mundo.. No vislumbro esa puerta
Y mi entrada es incierta, y mi calvario yo sigo

A tientas por el mundo... Sin brújula y perdido
Fantasma de la vida... Más terco que la mula
Ya he perdido mi altura. [Y enterrado yo vivo]
Partiré a las alturas.- Tal vez lejos de ustedes
Cual campesino incierto, enterrare mis penas
Viviré en otras lunas. [Quizás en Ganimedes]

Voy a sembrar mi flor... Igual que el Principito
Yo Allá en mi soledad.. Veré descender al sol
Y en las tardes solitarias, los ocasos benditos
Ya no quiero volver.. Seré solitario del mundo
Cultivando los baobabs. Donde los pueda ver
Y moriré lentamente, en un espacio profundo

Autor: Antonio Hernández Gutiérrez
Fecha: 02 de Noviembre de 2014
Derechos Reservados © Copyright
País Colombia